Hunt: Showdown - When Shadows Dance

Este DLC contiene un cazador legendario, dos armas legendarias y una herramienta legendaria: -Hayalî (cazador legendario) -Karagöz (Springfield 1866 legendario) -Hacivat (Scottfield Modelo 3 veloz legendario) -Lamba (mina de alerta legendaria) En la noche menguante, cuando las sombras danzan a la lumbre, y siempre que la oscuridad esté a salvo de miradas curiosas, es posible convencer al Marionetista de las Sombras de dar su espectáculo. Saca un harapo andrajoso y presenta al ingenioso Karagöz y al arrogante Hacivat. Aunque la traducción de Hayalî desde el turco no es del todo perfecta, hasta el más solemne cazador acaba soltando lágrimas de risa o pena ante el toma y daca de Karagöz y Hacivat. La vida de Hayalî está camuflada tras varios acertijos y cuentos, tales son las consecuencias de una mente dividida en dos. En algunos detalles hay consenso general. Al parecer, en el pasado fue una especie de héroe, un soldado al que conocía incluso el mismísimo sultán otomano. Pasaba los días haciendo campaña y las noches subiéndose el ánimo con los espectáculos de sombras de su padre. Pero ocurrió algo que lo obligó a huir a América. Una vez allí, dejó atrás el derramamiento de sangre e intentó ganarse la vida uniéndose a varios espectáculos ambulantes, carnavales venidos a menos y circos repugnantes. Al final, aquello siempre acababa siendo insuficiente o demasiado, por lo que en seguida retomó su hábito de cazar entre las sombras y atraer a su presa hasta la muerte. Si las obras de Hayalî se alargan demasiado, se convierten en algo muy distinto; algo situado entre la luz y la oscuridad. Los movimientos bobalicones de Karagöz y Hacivat se vuelven fluidos, su voz se proyecta como si tuvieran pulmones, sus cuerpos adquieren profundidad y el harapo cobra vida y respira. Es entonces cuando Karagöz y Hacivat cuentan una historia que no se conoce en su tierra. Los amigos, que ahora son algo más, sufren una serie de infortunios. Hacivat acaba en una jaula, que o bien es una celda oscura o bien una sala ornamentada de los kafes otomanos. A Karagöz se le ocurre un plan. Simulan una pelea sangrienta y sus caras quedan desfiguradas hasta el punto de volverse irreconocibles. Después, hacen las paces, se vendan las heridas y uno de ellos abandona el confinamiento. El otro se queda. Ambos se marchan mientras pronuncian las famosas palabras de Karagöz: "Que perdonen mis faltas".